¿Qué es una cartera de valores? Guía para gestionar inversiones

Conoce qué es una cartera de valores y cómo gestionarla eficientemente. Información sobre estrategias de inversión, diversificación y riesgos.


Una cartera de valores, también denominada cartera de inversión, la conforman una serie de activos financieros que posee un inversor con el objetivo de alcanzar una rentabilidad. En definitiva, es la forma de distribuir el riesgo de la inversión entre distintos productos financieros.

La gestión de una cartera de valores implica seleccionar y supervisar estos activos para maximizar los beneficios, reducir riesgos y asegurar la diversificación adecuada.

Cuáles son los beneficios de contar con una correcta y efectiva cartera de valores, cuál debe ser la estrategia a seguir en su configuración y desarrollo, conocer los riesgos que conlleva, así como los seguros que protegen estas inversiones son aspectos que conoceremos en el siguiente artículo.

¿Qué es una cartera de valores?


Dichos activos pueden ser canalizados a través de distintos instrumentos, como acciones, bonos, o fondos de inversión.

La composición de una cartera de valores puede variar significativamente según los objetivos financieros, el horizonte temporal y la tolerancia al riesgo del inversor. La diversificación, que implica distribuir las inversiones en diferentes activos, sectores y geografías, es un principio clave en la gestión de carteras para minimizar el riesgo y maximizar el rendimiento de la inversión.

Beneficios de gestionar una cartera de valores


Una cartera de valores no puede ser estática. Ha de configurarse y gestionarse constantemente para optimizar su rendimiento. Entre los beneficios de esa gestión podemos encontrar:

  • Diversificación del riesgo: Al invertir en una variedad de activos, se reduce la exposición a cualquier inversión individual, lo que disminuye el riesgo general de la cartera.
  • Potencial de rendimiento: Una cartera bien gestionada puede generar rendimientos atractivos a lo largo del tiempo, aumentando el valor del capital invertido.
  • Adaptabilidad a objetivos específicos: Los inversores pueden personalizar sus carteras según sus metas financieras, ya sea para la jubilación, la compra de una vivienda o la financiación de la educación, entre otros muchos objetivos.
  • Flexibilidad y control: Los inversores tienen la capacidad de ajustar su cartera en respuesta a cambios en el mercado o en su situación personal, permitiendo una gestión proactiva de la misma.
  • Necesidad de liquidez del Inversor a corto plazo: la necesidad inminente de liquidez por parte del inversor puede ocasionara cuantiosas pérdidas si el momento que necesita liquidar sus inversiones coincide con caídas de los mercados financieros.

Cómo crear una cartera de valores efectiva


El primer aspecto a la hora de configurar nuestra cartera de valores es identificar cuál es nuestro perfil como inversor, es decir, nuestra capacidad de exposición al riesgo, si somos conversadores, moderados o preferimos arriesgar para obtener una mayor rentabilidad.

Otra circunstancia a tener en cuenta es establecer el objetivo de nuestra inversión, tanto si es a corto, medio o largo plazo, como si su finalidad es el ahorro, la compra de un bien o el pago de un servicio futuro.

La diversificación es también un punto relevante a la hora de configurar una cartera de inversión. Diversificar entre diferentes tipos de activos, como acciones, bonos o fondos, y sectores, entre otras cosas, puede ayudar a equilibrar el riesgo y el rendimiento de nuestra cartera.

Y, junto a todo ello, una revisión y actualización regular de nuestra cartera de valores resulta fundamental para mantenerse en la línea de los objetivos financieros que nos hayamos marcado.

Estrategias de gestión de una cartera de valores


Existen diversas estrategias para gestionar una cartera de valores. Entre ellas, podemos destacar:

  • Inversión activa: Implica la selección de valores específicos con el objetivo de superar la rentabilidad media del mercado. Esta estrategia requiere un análisis detallado y puede generar mayores costos debido a las comisiones y los gastos de transacción.
  • Inversión pasiva: Esta estrategia busca igualar el rendimiento del mercado en lugar de superarlo. Básicamente consiste en invertir en índices en lugar de buscar las mejores oportunidades de inversión del mercado en un momento dado.
  • Inversión en valor: Se trata de invertir en acciones que estén infravaloradas por el mercado. Esta estrategia se basa en el análisis fundamental y tiene el potencial de generar altos rendimientos a largo plazo.
  • Inversión en crecimiento: Enfocada en empresas con alto potencial de crecimiento de ingresos y ganancias. Aunque estas inversiones pueden ser más volátiles, también pueden ofrecer mayores rendimientos.

Riesgos asociados a una cartera de valores


Invertir siempre conlleva riesgos y. por ello. resulta esencial conocer cuáles son los riesgos más comunes asociados a una cartera de valores. Podemos señalar:

  • Riesgo de mercado: Los precios de los activos pueden fluctuar debido a cambios en la economía, la política o eventos imprevistos. Este riesgo afecta a todas las inversiones.
  • Riesgo de crédito: La posibilidad de que un emisor de bonos no cumpla con sus obligaciones de pago es un riesgo para los inversores en renta fija.
  • Riesgo de liquidez: Algunos activos pueden ser difíciles de vender rápidamente sin afectar a su precio, lo que puede ser un problema cuando se nos presenta una situación de necesidad de liquidez.
  • Riesgo de inflación: La inflación puede erosionar el poder adquisitivo de los rendimientos de la inversión, especialmente en activos de renta fija.
  • Riesgos específicos: Factores que afectan a una empresa o sector en particular pueden impactar significativamente en las inversiones individuales dentro de una cartera.
  • Riesgo de tipos de cambio: si diversificamos la cartera también geográficamente podemos corre el riesgo que la rentabilidad de nuestra cartera internacional se vea mermada o incluso anulada por la fluctuación de la divisa del país donde hemos realizado la inversión.

Seguros que protegen tu cartera de valores


Seguros de responsabilidad civil profesional


Las carteras de valores son gestionadas por sociedades o agencias de valores o gestoras de fondos de inversión. Por ello, resulta fundamental para estas entidades contratar el Seguro de Responsabilidad Civil Profesional, ya que un error u omisión en la ejecución de las órdenes de los clientes o gestión de sus carteras puede ocasionarle cuantiosas pérdidas en caso de recibir una reclamación por dicho motivo por parte del inversor perjudicado. Igualmente, la gestora puede hacer frente a reclamaciones por parte de inversores en caso de incumplimiento de lo estipulado en el contrato de gestión o en los folletos o documentación de los vehículos de inversión. Esta actividad está supervisada por el regulador que en caso de infracciones, faltas o negligencias puede iniciar investigaciones formales, iniciar procedimientos judiciales e incluso imponer sanciones a la gestora y sus administradores. En este sentido, los seguros de responsabilidad civil profesional protegen a las gestoras de Capital riesgo o de instituciones de inversión colectiva o sus empleados frente a cualquier imprevisto.

Seguros de directores y administradores (D&O)


Las negligencias cometidas por los directivos de las sociedades que gestionan las inversiones de los clientes pueden ser también aseguradas, para su tranquilidad, a través de un Seguro de Directores y Administradores (D&O).

Seguros de fraude y ciberseguridad


En una sociedad en la que prácticamente está ya todo digitalizado, la gestión de las inversiones es un elemento más al que se debe prestar atención. Cualquier ataque informático realizado por delincuentes puede producir importantes quebrantos para los inversores y sus gestores. Por ello, evitar o mitigar las consecuencias del fraude y la ciberdelincuencia en este campo es ya hoy posible gracias a los seguros de ciberriesgo.